Una de las principales las aptitudes que se aprenden con el Mindfulness, es el “no juicio” es la primera que se aprende, y es fundamental, porque es la base para poder entender, las siguiente, como la aceptación, la paciencia etc. de las cuales ya hemos hablado.
Sé que es difícil no juzgar, especialmente cuando estamos estresados, tenemos tensiones, en el trabajo, la familia etc., atravesamos momentos de crisis, nos sentimos frustrados o experimentamos otras emociones intensas.
Si ponemos atención a nuestro “comentarista interno”, nos daremos cuenta de que nuestro discurso mental está poblado de comparaciones, juicio y evaluaciones. Momento a momento nos comparamos frente a estímulos externos como objetos, personas y situaciones, o internos como, sensaciones de dolor, recuerdos, proyecciones o situaciones imaginarias.
Imagina todos los pensamientos que pasan por tu mente día a día así, que son de juicio como los siguientes:
“No me gusta este dolor que siento… Esto es aburrido… Me gusta esta sensación de quietud… Este trabajo me está saliendo fatal… Seguro que estoy quedando como un tonto… No sirvo para esto… Debería sentirme tranquilo y relajado”
Por esto, te aconsejo que observes tus propios procesos de pensamiento, para tomar consciencia de esos juicios automáticos. Se trata de tener conciencia plena hacia el juicio, detectarlo y observarlo. Y no volvernos a juzgar por estar juzgando, ya que sino, entremos en un bucle sin fin.
La meditación es una forma de entrenar la mente para no juzgar. Cuando estamos sentados meditando, centrando nuestra atención en la respiración, aún en una meditación sencilla, nos damos cuenta, que nuestra mente vuelve a divagar una y otra vez.
A veces, nos sorprendemos a nosotros mismos, recordando una discusión que tuvimos hace unas horas o planificando lo que haremos en el día para solucionar un problema que nos preocupa.
Por eso no debemos dejarnos llevar una vez más y necesitamos llevar la atención a la respiración amablemente, sin juicios. Se trata de no culparnos por haber fallado, de no desencadenar una conversación mental de “lo hice mal de nuevo”.
De la misma forma, mientras meditamos centrando nuestra atención en la respiración, solemos pensar que la inhalación no fue lo suficientemente larga, que tragamos saliva torpemente, que lo estamos haciendo mal.
Observar este juicio es un entrenamiento para no juzgar. No se trata de respirar de una forma determinada, no hay forma de hacerlo “mal”. Simplemente respiramos.
Un ejercicio para no juzgar cuando vienen pensamientos, es el siguiente: yo, al pensamiento que surge le pongo una etiqueta sin juzgarlo, una etiqueta neutra, por ejemplo, me viene el pensamiento de ir hacer la compra, lo etiqueto #compra, y vuelvo a mi respiración, o viene el pensamiento, sobre que quiero escribir la próxima semana, etiqueto con #escribir y vuelvo a mi respiración y así continuamente hasta que estoy más en mi respiración y no he juzgado mis pensamientos ni de buenos ni de malos.
La intención es poner más atención al momento presente.