Hace ya más de un año que no lo hago, pero cada vez que me desplazo con el coche, es una experiencia fascinante, recuerdo cuando iba a dar clases a Guadalajara y para mí era mi momento meditativo, pero me he dado cuenta de que para muchos y más ahora al volver a coger el coche, puede ser estresante.
Mientras conducía presté continuamente atención a mi cuerpo, y me sentía todo el tiempo tensa. Tenía una tensión en todo mi tronco, mi nuca, mis hombros estaban rígidos y mi rostro contraído. Y esto, sin ninguna otra razón más allá del hecho de tener que reaccionar a un montón de tráfico a mi alrededor.
Al ser consciente de ello, pude relajarme instantáneamente. Primero tomé una respiración larga y profunda, cambie la postura, en la que me encontraba, hice movimientos para relajar la tensión de mis músculos, y sonreí. Esto me calmó instantáneamente, porque sabía que en realidad nada me estaba atacando en ese momento.
Es una habilidad que comencé a practicar y que hoy es un hábito, en los momentos que soy consciente de mi estrés y de la tensión que creo en mi cuerpo, me hago consciente de lo que me pasa.
Se que aún cuando estoy lejos de ser perfecta: ser consciente de la tensión de mi cuerpo, es un indicio, una señal que me indica qué está pasando por mi cabeza, una manera para mi de atender aquello que me estresa y de decidir si realmente debo pasar al modo, de no pasa nada y continuar sin ser consciente.
Algunas de estas señales que aprendí sobre mi misma: la mandíbula tensa (esto ocurre mucho), el rostro contraído (cejas fruncidas como si estuviera enfadada, muecas, mejillas tensionadas), la nuca y los hombros rígidos, a veces todo el dorso, las piernas pueden estar duras y los puños cerrados, apretando.
Así que, durante el día (cuando pienso en ello, lo que no es siempre el caso), verifico estas señales. Y muy frecuentemente me doy cuenta de que estoy bien tensa y eso significa que estoy estresada de alguna manera, así que busco mentalmente: ¿que me estresa? y a menudo es algo como los demás coches o la gente que se cruza por mi camino, o alguien que me frustra, o alguien en internet que está lejos de tener una conciencia elevada (si lo sé, es muy raro).
Cuando veo que esto ocurre, puedo descubrir que tengo un deseo o expectativa, a la cual los demás o la vida en general no responde. Y me doy cuenta de que es un deseo totalmente fabricado por mi, al cual no necesito aferrarme, y que puedo simplemente aceptar ese momento tal cual es. Cuando hago esto, nada terrible sucede.
Así que simplemente tomo una respiración profunda, relajo simplemente mi cuerpo, destenso mi rostro, suelto la mandíbula, y es todo lo que necesito para volver a poner mi mundo en orden de nuevo.
Sentir y prestar más atención a tu cuerpo, es una muy buena manera de tomar conciencia de tus niveles de estrés.
Si además de ser consciente de tu estrés, te tomas el tiempo para averiguar ¿qué te está estresando? El resultado es no sólo una mayor conciencia, sino también un mayor bienestar.
Teniendo en cuenta que el estrés es una de las principales causas por las cuales enfermamos hoy en día, esta técnica no está nada mal para ser algo que sólo toma unos segundos ¿no? ¿Y cómo hacemos para fortalecer este hábito y ser más conscientes de nuestro cuerpo?
Pues como siempre digo, Yoga y meditación, dos disciplinas con las que no solo fortalecerás tu voluntad de implementar nuevos hábitos, sino con las que también lograrás una vida mucho más serena, equilibrada y feliz.